Como árbol caído en la tierra infértil soy,
un
monolito que se resquebraja.
Acudieron
gusanos de albahaca,
duendes
del viento con sus verdes capas.
El espíritu azul de la tormenta
anidó
en mi mal herida corteza.
Diseminó
gorrioncillos de hierba,
cristalinos
arroyuelos de estrellas.
Dejó el
tiempo en mis ajados anillos
calendarios
de amistades ausentes,
monólogos
solitarios de grillos.
El
viejo cielo se cubrió de sueños.
Convirtió
terrones en azucenas.
De mi
tallo sin hojas, nació una flor.
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