Llueve y salpica en mi cara
la sonrisa fresca de tu boca.
Se zambullen los pájaros
en la saliva sedienta de las horas.
Delgados cabellos de acacias
sostienen perlas de agua.
Un clamor de
nostalgias
dibuja en mis manos tu nombre.
Te llamo: lluvia,
siempre respondes.
El estío reseca los besos.
Caminamos con los labios en llamas.
Corazones de vaho se cubren de arena.
Nos abduce el espíritu de las nubes,
el diapasón del agua.
A deshoras, el tiempo nos atrapa.
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