11/18/2016

EL VIEJO FARO

Aferrado a rocas hirientes,
a borbotones de espuma del anciano mar,
el viejo faro se disemina en la niebla.
Atraviesa el silencio de la eternidad.

En la distancia, peces sin ojos
labran surcos de blanca hierba.

Reflotan barcos hundidos.
Hileras de cuerpos fugaces
caminan encadenados al agua.

Llueven del cielo delfines de sal.

Cuando el horizonte se acerca
y de sus manos de algas
penden trémulos resplandores,
el viejo faro se duerme;
como solitario olivo
que nunca ha visto el mar.

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