“Era
tan grande su soledad
que
se detuvo a escuchar el silencio”.
Deambulo las calles sin rumbo,
sin presencia humana.
Poseído por un aroma distante,
por una silueta volátil; me envuelven
ondas de inapreciable luz.
Ausente del rumor de las plazas,
de exiguos latidos de árboles;
soy un fantasma incoloro,
un ínfimo rayo del sol.
Grito a la nada,
a los espectros de mi interior.
Me apago en esta dulce ceguera
que me lleva hasta ti.
A la perpetuidad de la distancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario